Ayer fui al cine. Estaba indeciso, hasta que perfile dos opciones: La soledad, En el valle de Elah. Escogí la segunda. La película de Jaime Rosales la he dejado para hoy. Ya os contaré.
LLegué a la plaza de los cubos y me metí en el cine Princesa. Tras pagar 6'50 - dentro de poco habrá que hipotecarse para ir al cine- me metí en una "minisala" con, para colmo, la butaca más reclinada de lo que yo estimo deseable. Pero en seguida me olvide de todo.
En el valle... me atrapó. Comienzo "in media res". Un soldado desaparecido tras volver de luchar en Irak. Su padre, un espléndido Tom Lee Jones, le busca.
Paul Haggis (guionista de, entre otras, Million Dollar baby y Cartas desde Iwo Jima y director de Crash) escribe y dirige está historia. Un hecho llamativo es que, para mostrar Irak, no recurre a flashbacks, sino que utiliza el recurso del video en el móvil. Mike, el soldado desaparecido, grabó videos de Irak en un teléfono que ha quedado muy deteriorado. Su padre los va viendo mientras busca a su hijo. El calor los ha pixelado y las imágenes a las que tenemos acceso los espectadores son una suerte de fragmentos rotos, inconclusos, indeterminados; que añaden dramatismo y verdad.
En esta era del video digital, de la abundancia de información, el cine no puede sino hacerse eco del cambio de paradigma. La mirada pasa a ser subjetiva y es probable que los videos que un chico grabó en Irak nos enseñen más que todos los totales de la CNN. Rec, La bruja de blair han caminado por ese sendero. La óptica del narrador es cada vez menos omnisciente porque nuestro tiempo no lo es. Hay miles de fuentes, de miradas, que se hacen públicas en la red y que desafían la versión canónica, institucionalizada, de las cosas.
Esa versión canónica se cae en la película. Porque, al menos para mí, no es posible mantener el ideal del patriota que lucha por la democracia, pensando en su país y creyendo que exportando "la libertad" hacen legítima la lucha. Ya no puedo creer en valores; en un honor y en una moral. Bueno más bien, en su honor y su moral.
El personaje de Tom Lee Jones, sargento y padre de un soldado muerto -el hermano mayor de Mike- representa ese honor y esa moral. Entiende que hay unos códigos. Es el viejo americano. Pero, al igual que le ocurría a su personaje del Sheriff en No es país para viejos su mundo ha muerto. Ahora ya no hay reglas. La única regla vigente es la del más fuerte. Y, al lado, como verdad ineluctible, la muerte.
Es difícil concebir una película tan crítica como En el valle... Aunque no menos cierto es que el final, con la bandera americana ondeando, aunque sea boca a bajo -¿Reclamando paz?-, redime. Redime a un país y a unos ideales. También suaviza el mensaje crítico la historia de David y el gigante. No os quiero reventar la pelí. Así que no diré mucho más. Pero David era valiente y no sé si esa es la mejor idea que nos debe quedar de los jóvenes que van a Irak. Aunque la entiendo. Entiendo al padre de Mike.
En cualquier caso, muestra lo que es Irak. Y enseña también que en la guerra no existen héroes. Sólo chavales, que ametralladora en mano se brutalizan, se manchan y llegan al extremo. De ahí en adelante son víctimas y aunque han llorado sus pecados, la sangre no les dice nada. Como quién tiene un cuchillo y le es indiferente clavarlo o no. Indiferente también será que te lo clave en la nuez o, poco más abajo, en el esternón.
Es dura. Brutal. No sé que hago últimamente pero, por suerte, pocas veces me equivocó con la película que decido ir a ver. Quizá soy poco exigente. Quizá me he enamorado del cine. Y, como les pasa a todos los enamorados, no se ver los defectos.
LLegué a la plaza de los cubos y me metí en el cine Princesa. Tras pagar 6'50 - dentro de poco habrá que hipotecarse para ir al cine- me metí en una "minisala" con, para colmo, la butaca más reclinada de lo que yo estimo deseable. Pero en seguida me olvide de todo.
En el valle... me atrapó. Comienzo "in media res". Un soldado desaparecido tras volver de luchar en Irak. Su padre, un espléndido Tom Lee Jones, le busca.
Paul Haggis (guionista de, entre otras, Million Dollar baby y Cartas desde Iwo Jima y director de Crash) escribe y dirige está historia. Un hecho llamativo es que, para mostrar Irak, no recurre a flashbacks, sino que utiliza el recurso del video en el móvil. Mike, el soldado desaparecido, grabó videos de Irak en un teléfono que ha quedado muy deteriorado. Su padre los va viendo mientras busca a su hijo. El calor los ha pixelado y las imágenes a las que tenemos acceso los espectadores son una suerte de fragmentos rotos, inconclusos, indeterminados; que añaden dramatismo y verdad.
En esta era del video digital, de la abundancia de información, el cine no puede sino hacerse eco del cambio de paradigma. La mirada pasa a ser subjetiva y es probable que los videos que un chico grabó en Irak nos enseñen más que todos los totales de la CNN. Rec, La bruja de blair han caminado por ese sendero. La óptica del narrador es cada vez menos omnisciente porque nuestro tiempo no lo es. Hay miles de fuentes, de miradas, que se hacen públicas en la red y que desafían la versión canónica, institucionalizada, de las cosas.
Esa versión canónica se cae en la película. Porque, al menos para mí, no es posible mantener el ideal del patriota que lucha por la democracia, pensando en su país y creyendo que exportando "la libertad" hacen legítima la lucha. Ya no puedo creer en valores; en un honor y en una moral. Bueno más bien, en su honor y su moral.
El personaje de Tom Lee Jones, sargento y padre de un soldado muerto -el hermano mayor de Mike- representa ese honor y esa moral. Entiende que hay unos códigos. Es el viejo americano. Pero, al igual que le ocurría a su personaje del Sheriff en No es país para viejos su mundo ha muerto. Ahora ya no hay reglas. La única regla vigente es la del más fuerte. Y, al lado, como verdad ineluctible, la muerte.
Es difícil concebir una película tan crítica como En el valle... Aunque no menos cierto es que el final, con la bandera americana ondeando, aunque sea boca a bajo -¿Reclamando paz?-, redime. Redime a un país y a unos ideales. También suaviza el mensaje crítico la historia de David y el gigante. No os quiero reventar la pelí. Así que no diré mucho más. Pero David era valiente y no sé si esa es la mejor idea que nos debe quedar de los jóvenes que van a Irak. Aunque la entiendo. Entiendo al padre de Mike.
En cualquier caso, muestra lo que es Irak. Y enseña también que en la guerra no existen héroes. Sólo chavales, que ametralladora en mano se brutalizan, se manchan y llegan al extremo. De ahí en adelante son víctimas y aunque han llorado sus pecados, la sangre no les dice nada. Como quién tiene un cuchillo y le es indiferente clavarlo o no. Indiferente también será que te lo clave en la nuez o, poco más abajo, en el esternón.
Es dura. Brutal. No sé que hago últimamente pero, por suerte, pocas veces me equivocó con la película que decido ir a ver. Quizá soy poco exigente. Quizá me he enamorado del cine. Y, como les pasa a todos los enamorados, no se ver los defectos.
2 comentarios:
Sentir una pasión como esa por algo es maravilloso. ¡Que lo disfrutes por mucho tiempo!
Me gustaron mucho este post y el anterior; me han dado ganas de ver ambas películas. Hay una idea que me parece especialmente acertada: "nuestro tiempo no es omnisciente" -por más que ése sea precisamente uno de sus peligros.
Por cierto, lo de la bandera ondeando al revés -si no me equivoco- creo que era algo que se hacía al tomar una fortaleza: se izaba la enseña enemiga al revés paa indicar que la plaza había cambiado de manos. Me imagino que algo así pretenden poniéndola al final de la película.
La verdad es que en la película dicen el significado preciso de izarla al revés, pero ya no lo recuerdo con exactitud :). Por eso hay que ver las películas dos veces.
En cualquier caso, es significativo.
Me alegro de que te hayan gustado.
A ver si posteas algo, ahora que no estudias, jeje.
Un saludo
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