miércoles, 27 de junio de 2007

Los libros y la vida

A las arquetípicas clasificaciones duales voy a añadir otra: hay dos clases de escritores, los que escriben acerca de lo que han vivido y los que escriben acerca de lo que han leído.

Los dos prototipos que mejor ejemplifican dicha clasificación son Ernest Hemengway y Jorge Luis Borges, respectivamente. El primero fue viajero incansable, hombre y animal hasta las entrañas, valiente, apasionado de los safaris y de los toros. El segundo, soñador de bibliotecas y de vidas eternas, enamorado de las leyendas gauchas y de la literatura inglesa.

Hemengway fue un hombre amante de la vida, yo diría que por encima de la literatura. Un hombre sencillo, que se sabía pequeño en la inmensidad del cosmos y que reconocía su pertenencia a la tierra. Dentro del seno de esa misma tierra, encontraba los motivos para la vida.

La obra, como ocurre siempre, desenmascara a el escritor. El pescador de "El viejo y el mar" lucha a muerte con un gran pez, pero en su humanidad hay compasión ante el sufrimiento del pez. Es la lucha del hombre y la naturaleza, una lucha a veces cruel, pero nunca gratuita. Hemengway, cazador duro, curtido en su agreste Kansas natal, no ignoraba al animal: "Desde un punto de vista moral moderno, es decir, cristiano, la corrida es completamente indefendible; hay siempre en ella crueldad, peligro, buscado o azaroso, y muerte".

Su escritura es sintomática, explicitándonos a un ser que también amaba la sencillez. La sencillez de sentir el sol en la frente, de bañarse en el mar, de caer en la sombría calma de un árbol. Así, aunque no lo recuerdo, puedo imaginar en el libro mencionado antes una línea que diga "Colocaba su cara al viento, dejando entrar la sal del mar en los surcos de la piel" Frases sencillas, sin grandes subordinaciones; como la vida que él logró tener.

Hombre de los sentidos, pues. Aventurero y calmo al mismo tiempo.

Borges, en cambio, no vivió, dejó que los personajes de sus libros vivieran por él. Ciego al final de su vida, lector incansable, concibio el paraíso con forma de biblioteca. El niño Jorge ya amaba las páginas en las que Sandokan luchaba contra los ingleses para liberar a la bella Perla de Labuán.

Los recovecos de la filosofía y la fascinación por la metafísica fueron en él constantes. Se sintió fascinado por la tortuga de Zenón, el retorno cíclico y la historia de las civilizaciones. Fue el hombre culto por antonomasia.

Borges, al contrario que Hemengway, está detrás de la barrera. Mira al toro, pero no se pone delante de él. Borges es un voyeur. Amante también de la vida, elige mirarnos desde los libros, interiorizar todo aquello que los hombres hemos dicho para después narrar una y otra vez, recreándose en la magia del pensamiento, las palabras y la materia humana que las inspiró.

Probablemente, si al argentino le resultaba mucho más interesante lo que sucedía dentro de los libros, era porque en ellos sucede todo.

Quizá aquí no quepa hablar de elecciones acertadas y elecciones fallidas. Ni la literatura da la felicidad, ni una vida intensa tiene por qué darla; ya que vivir intensamente también es sufrir intensamente.

Sea como fuere, Borges dijo "he cometido el peor error posible, no he sido feliz". Hemengway, fiel a su sencillez, no dijo nada; simplemente se suicidó.

sábado, 16 de junio de 2007

Democracia

Hoy he ido al Congreso de los diputados. Hoy, como ayer, ha sido jornada de puertas abiertas y un amigo y yo no hemos dudado; había que ver el hemiciclo y sus famosos escaños. No hemos llegado a entrar porque, como se aprecia en la fotografía, las colas eran kilométricas, llegando a doblar la esquina para expandirse a lo largo del Paseo del prado. Estos dos días de puertas abiertas sirven de alguna forma de conmemoración del treinta aniversario de la convocatoria de las primeras elecciones legislativas después del franquismo.

Lo que se discute hoy en los medios es si realmente aquellas elecciones y la Constitución que fue fruto de ellas, han merecido la pena. La respuesta parece unánime: la prosperidad económica y los derechos individuales y sociales que hoy tenemos se los debemos a la transición y a aquellos hombres y mujeres que la hicieron posible. Adolfo Suárez y el rey Juan Carlos se situan como agentes principales de aquel logro, sin dejar de lado la labor de todos los españoles que depositaron su voto y con él su fe en la democracia.


He discutido alguna vez sobre ideales por los que luchar y sobre la justicia o la injusticia del sistema. La generación de mis padres, que nacieron en pleno franquismo, se ha sentido siempre orgullosa de la transición. Supieron tener un espíritu combativo para acabar con un sistema dictatorial y evitar que se perpetuara. Pero, lo que es más importante, llegado el momento renunciaron a sus sueños de revolución, para permitir la democracia que hoy yo disfruto. En el otro lado, en la derecha, también se soltó cuerda. Fue un triunfo basado en la renuncia colectiva; buen principio, pues la democracia tiene mucho de tira y afloja y el buen demócrata debe saber ceder.


Dicho lo anterior, yo creo que tenemos suerte. El matrimonio gay, la Ley de dependencia, la sanidad y la educación pública, la presencia de la política en el debate cotidiano y la conciencia cívica (Madrid ha visto últimamente más de una manifestación multitudinaria) son algunos ejemplos que lo demuestran. Estoy en contra de los catastrofistas. Claro que pienso que nuestra democracia puede mejorar (y mucho), pero también creo firmemente que el desdén que a veces se manifiesta por la representación política y sus agentes (los diputados, alcaldes, concejales, etc.) tiene su origen en el desconocimiento y la arrogancia, pues la gente cree que connota más sabiduría mostrar una posición escéptica (los políticos son todos unos mentirosos) que aceptar que la realidad política es bastante más compleja.


Sí, tenemos suerte. No tengo por que luchar, mis padres y millones de españoles me legaron un lujo de sistema. Así se lo dije a mi padre; pero él me objetó que no había dejado de haber motivos para la lucha, sino que éstos se habían desplazado. Reflexioné y creo que tiene mucha razón. La lucha ahora está en Alemania boicoteando los planes del G-8, la lucha está en evitar el saqueo de américa latina, de la que las multinacionales sacan todo lo que quieren y más. La lucha está en el amazonas, con la tala indiscriminada; la lucha está en las políticas de boicot y creación de ghetto que Israel ha ejecutado en Palestina (y cuyas últimas y lamentables consecuencia estamos viendo hoy en el auge de Hamás). La lucha está en todas partes.


Llegados a este punto quiero plantear una tesis, cuanto menos molesta. He llegado a la conclusión de que el sistema político español es digno de elogio, no de reproche. Pero no podemos ignorar que todo sistema político necesita sustentarse en un sistema económico eficaz (y España va viento en popa en lo que respecta a este campo). ¿De dónde sale parte de la riqueza y de los recursos naturales que utiliza España en particular y Occidente en general? Del expolio que Repsol ha ejecutado en Bolivia, o del que Telefónica realizó en Argentina, del petróleo que se ha robado en Irak, de los miles de chinos explotados en fábricas de zapatos que nos calzamos cuando compramos en Zara o en Spingfield; y así se podría seguir ad infinitum. Tengo un amigo méxicano que me razonó siguiendo estas pautas y (qué huevón) me dejo pensando.


Democracia sí, ¿pero para cuántos?


PD: aléjese de mi cualquier intención moralizante, de predicador de la verdad o de leches de ese tipo. Yo seguiré comprando mis sandalias de romano en Zara.


PD2: recomiendo el artículo de Juan José Millás "Morir de pie", que está relacionado con lo que he contado en este post:






viernes, 15 de junio de 2007

Nacido para...

Buenas navegantes,

Este blog nace con la sencilla intención de ser una ventana al exterior. Una de las múltiples ventajas de Internet es que ha permitido la democratización de la información y, además, permite que lo que uno escribe llegue a todo el mundo. Por suerte, para ser leído ya no se necesita ser editado. Cada uno es su propio editor, cambiando el papel por los bits.

Respecto a los contenidos de este blog, serán siempre pura opinión y transitarán por diversos campos. Colgaré un poco de todo. Habrá posts relacionados con la prensa, la actualidad política, el cine, algún relato y divagaciones propias de los azares diarios.

Lo dicho se lo lleva el viento. Lo escrito no tanto. Quizá en la perspectiva de un dios omnipresente y eterno toda grafía es inútil, pero en nuestra corta y efímera vida, en la cual el tiempo se mide con otra vara, la escritura da permanencia, consistencia y popularidad a la palabra. Fijar ideas, capturar pensamientos, que cuando viven en la oralidad son inasibles para los posteriores replicantes (qué rebato si no sé qué dijo), es escribir. Dar un estructura grámatica, lógica, a un pensamiento, es escribir. Recordar, imaginar, pues toda imaginación tiene su dosis de recuerdo, es escribir. Disfrutar, en mi caso, es escribir.

Objetivo número uno de este blog, pues, escribir. El objetivo número dos no es otro que el de entablar diálogo. Diálogo ya entablado con algunos de vosotros y del que este blog solo pretende ser una vía más. Espero, si no puede ser vuestra incondicionalidad a escribiendo, al menos vuestra regular visita. Por ello, os animo a que posteeis y os informo de que para cualquier sugerencia o comentario que os surja y que no consideréis pertinente postearlo en el blog, podéis mandar un correo a escribiendounblog@gmail.com.

Saludos,

darío