sábado, 14 de julio de 2007

LOSERS


He ido al cine y he visto la última película producida por Trueba y dirigida por Félix Viscarret, director novel al que voy a seguirle la pista, : "Bajo las estrellas"


Su sinopsis es sencilla:

Beni, un outsider vividor y de moral políticamente incorrecta, vuelve a Estella, su pueblo natal, porque su padre se está muriendo. Una vez allí, decide intervenir en la vida de su hermano Lalo, un buenazo que vive por fuera de la realidad, conoce a la pareja de su hermano, Nines -pendenciera reconvertida - y se queda prendado de la niña de ésta.


Cuando leo road-movie o "western a la navarra" no puedo evitar pensar que yo he visto otra película. Una PELÍCULA DE LOSERS, de perdedores.


"Bajo las estrellas" puede contener elemento semánticos, es decir, iconográficos, que remiten a los dos géneros citados. Así, el tractor de Beni en la carretera cabe entenderse como motivo de las road- movies y su regreso al pueblo como la vuelta del héroe- antihéroe en este caso- del western. Pero la sintaxis, es decir, la historia de Beni, es propia de otros géneros. La comedia melodramática sería uno de ellos.


Yo defiendo y acuño un nuevo género para "Bajo las estrellas": el marginal. Marginal en tanto que trata historias de tipo marginales, cuyo pensamiento es independiente de los clichés sociales y no se asusta ante la diferencia. Me viene a la cabeza el Marc Stanley protagonista principal de "El palacio de la luna" de Paul Auster, o el personaje del tío en "Gracias por la propina" de Ferran Torrent.


Me han gustado mucho dos rasgos de la película. Uno es que los personajes son reales y no hay maniqueismos. Así, acabamos cogiendo un cariño inmenso a Beni, pero no podemos evitar sentir grima en la escena de su encuentro con la niña. Beni se cuela en la casa de la niña a través del engaño. Se crea un tensión sexual, algo de agresividad y mucha incorrección política y es que Beni no para de llamar puerca a la niña (después, puerquita). Es significativo que durante esta escena el público, que ya desde antes estaba entregado a las chanzas de Beni, no se riera lo más mínimo. Viscarret ha tenido el acierto de hacernos sentir que podemos tocar a los personajes, al crearlos tan reales que los conocemos. Todos tenemos a un Beni en la familia: bebedor, irresponsable, original, espontáneo, libre, a veces cruel, otras sensible, siempre entrañable.


En la película, como en la vida, acabamos amando a tipos que no solo son imperfectos, sino que a veces no merecen ser amados y a veces (paradoja) merecerían que los amarán más de lo que nosotros los amamos.


El otro rasgo que me encantó fue el toque fantástico o mágico del film. Dicho toque se ve en las escenas nocturnas, con estrellas y las siluetas de los personajes, en la escultura de chatarra al lado del tractor en el plano final y en alguna otra. Aunque es un rasgo que podría haberse explotado más. No he leído la novela que inspira el film ("El trompetista del Utopía", Fernando de Aramburu, ed. Tusquets) pero intuyo que se presta a hacer una adaptación de aires similares al cine fantástico que hace Tim Burton.


Para concluir no puedo dejar de destacar la fabulosa interpretación de Alberto San Juan. Deberán pasar muchos días y muchos films ante mis ojos para que deje de ser Beni Lacun.


Beni forever.

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