viernes, 25 de abril de 2008

Disparo en el desierto


La fotografía. Parecería que el número de combinaciones, de milagros que podemos hacer con una cámara es finito. Parecería que, habitantes del siglo XXI, estamos empachados de imágenes. Parecería que la fotografía ha muerto y que ya solo la aceptamos cuando se multiplica por 24 y soñamos el movimiento.
Que nadie la entierre todavía. Si uno afina el oído la oye crujir y, después, estallar.
En un instante aquello cotidiano se convierte en magia. Una buena fotografía es un tiro en el desierto, un ruido en orejas sordas. Inexplicable, fascinante.

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