jueves, 20 de septiembre de 2007

Vida civil y producción audiovisual

Hace ya tiempo trabajé como meritorio (becario que se lleva los méritos, pero nada más) en una serie de tv de cuyo nombre no quiero acordarme.

Mi departamento era el de producción. Así que yo era un dinamiteri di la produzzione.

Igual que un militar tiene derechos y deberes distintos a los del civil, un meritorio de producción tampoco es un ciudadano más. Esta fue la primera lección que aprendí.

Todavía recuerdo las cuatro normas básicas, escritas en una vieja hoja arrugada:

1.Un meritorio nunca dice no a nada. Se enfunda su capa de Supermeritoriodeproducción y sale a combatir lo que sea necesario.

2.Un meritorio no repeta la ley, sino que la ley le respeta a él. Prohibe aparcar donde si que se puede aparcar, corta calles sin permisos, encuentra papel inmojable en chinchón (pues también sabe saltarse las leyes físicas), engaña a los municipales y no duda en corromper a inocentes vecinos en busca de la llave de sus portales.

3.Es experto en las técnicas de fotocopiado, recogida de basuras, transporte y almacenamiento de aguas, vigilancia de calles y hogares, compra de hielo en los chinos (conocimiento útil de cara a futuros botellones) y en general en todo aquello que sea necesario.

4.No teme a la carretera, la carretera y los demás vehículos le temen a él. Utiliza el volumen de la furgoneta de producción para, en liza la vieja ley del grande se come al chico, sacar a otros al arcén, aparcar ocupando el máximo espacio posible y embestir a conductores impertinentes.

Pronto descubriria cual era el significado real de aquellos preceptos (...)


Extracto de la página 1 de Crónicas de un meritorio, Custo Ayala, Pedro. 10a ed. Madrid: Ediciones Mediterráneo, 1999. 299 p.

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